Este libro es un resumen de las memorias que escribio quien fuese gobernador de Belgica durante la Segunda Guerra Mundial.
Efectivamente, se ve que el tratamiento que dispenso a la poblacion ocupada fue bastante benigno, en comparacion con otros territorios sometidos por los alemanes.
Fue uno de esos militares que despreciaba a Hitler y que, a cambio, nunca gozo de verdadera confianza por parte de los hombres del partido de los socialistas nacionales.
De hecho, hacia el final de la contienda, la Gestapo lo trato mal e igualmente los aliados, cuando ya se habia producido la rendicion.
El se queja mucho de la indignidad con la que sus captores se condujeron a pesar de su condicion de oficial y de que hubiese sido un gestor razonable del pueblo que le fue encomendado; pero no tiene una sola palabra de consideracion acerca del modo con el que sus compatriotas se excedieron para con sus victimas.
Creo que, en parte gracias a el, en Bruselas existen todavia muchisimos edificios que no fueron destruidos ni durante la ofensiva inicial de 1939 y 1940 ni tampoco durante la retirada de los invasores de 1944 a 1945.
Por otra parte, cuando uno lee este relato biografico tiene la sensacion de que la relacion entre alemanes y belgas fue escasa. Son poquisimas las referencias de Falkenhausen a personalidades o familias representativas de la sociedad conquistada. Como si se hubiese tratado de dos clases.
Finalmente, no querria olvidar que el inicio del texto transcurre lejos de Europa, concretamente, en China, donde el protagonista desempeno una labor muy cercana a Chang-Kai-Chek, en plenos origenes de la revolucion comunista. Explica muy bien el autor los modos utilizados por los revolucionarios (los mismos que ahora) para desestabilizar a una nacion, crear division y conflicto donde no los hay con el fin de lograr sus siniestros propositos subversivos.
Quizas sea lo mas interesante y ademas plenamente aplicable, hoy y siempre.
