sábado, 25 de julio de 2020

El pirata

Hay una opera que no se representa mucho y que, sin embargo, merece la pena, como todas las de su autor, el gran compositor belcantista Vincenzo Bellini.

Se trata de "Il pirata", estrenada en la Scala en 1827, a cargo de los famosisimos Antonio Tamburini, Henriette Méric-Lalande y Giovanni Battista Rubini (fotos).

La accion, llamada melodramatica, es tipicamente romantica o de obra de terror gotico.

En el convulo escenario politico de la Sicilia del siglo XIII, la soprano Imogene ama al tenor Gualtiero, Conde de Montalto, convertido en pirata contrario al bando de Carlos de Anjou.  Sin embargo, Gualtiero descubre que Imogene, forzada para salvar a su padre, no solo se ha casado con el malvado baritono Ernesto, Duque de Caldora, sino que ha tenido ya un hijo de él.  El cuadro de personajes principales se cierra con el bajo Goffredo, antiguo tutor de Gualtiero convertido en ermitano.

            

En el segundo acto, Ernesto sospecha infundadamente que Imogene es adultera.  Su ira se acrecienta cuando ve a su esposa con Gualtiero, quien se dispone a despedirse de ella.  También Gualtiero desea vengarse del Duque, por haber obligado a su amada a casarse con él y por la existencia del nino de ambos.  Gualtiero mata a Ernesto en duelo, entregandose fatalmente a la justicia.  En ese momento culminante de la obra, hace acto de presencia la bella Duquesa consorte y canta su famosa aria "Col sorriso d'innocenza", seguida de la no menos famosa cabaletta "Oh, sole! ti vela".

Detengamonos brevemente en esta penultima escena:  la desesperada Imogene avanza a paso lento, con su hijo de la mano y la mirada perdida en su delirio.  La partitura del preludio instrumental crea maravillosamente la atmosfera dramatica.  La heroina no sabe si esta en su casa o en la tumba.  El recitativo se encuentra en la tonalidad de fa menor, expresando la angustia de la ocasion.  De pronto, se imagina un cadaver y se pregunta si es Gualtiero o Ernesto.  La orquesta realiza una modulacion hacia el tono de fa mayor en que el aria esta compuesta.  Comprendiendo que el espectro ha de ser el de su marido, Imogene se imagina también que éste llama al inocente nino, quien sonriendo perdona al padre y queda libre con su madre, que tanto ha padecido por él.  El tiempo es andante sostenuto, lento, casi adagio, recalcando de forma magistral el amor de la gibelina por su hijo.  La flauta introduce la melodia belliniana, con las cuerdas de fondo.

Entre el aria y la cabaletta se oye a los caballeros sicilianos revelar que el consejo ha condenado (a muerte) a Gualtiero.

Entonces, Imogene se vuelve definitivamente loca.  Se imagina a su amado subiendo al funesto cadalso.  La musica acompana de cerca el texto:  La tesitura baja de la cantante expresa como, en la vision de la que pronto sera viuda, las oscuras tinieblas tapan la luz del sol.  En su demencia, ve como la sangre la salpica; ahora es el tiempo belliniano el que vuelve a ralentizarse para significar que se cree inundada de rojo por todas partes.  La coloratura final simboliza con inigualable acierto el trastorno y el afan definitivo de la amada.

A menudo se acusa al belcanto de sacrificar la accion en aras de la belleza timbrica.  Espero haber demostrado, con este ejemplo, que no es el caso; sino que hay perfecta armonia entre las cotas mas elevadas de arte vocal que el ser humano ha sido capaz de producir y la trama a la que sirve, sin los excesos efectistas y politizantes de Verdi y, no digamos, de los gritos del verismo.

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